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| C | V. XXIV | N. 28 | - | 2019 | | ISSN (): - | ISSN ( ): - |
Introducción
El empleo de las Tecnologías de la
Información (TIC) permite regenerar el
conocimiento y su interpretación tanto en
el proceso del aprendizaje como en el del
futuro desempeño profesional de forma
eciente (Tikhonova & Tereshkova, 2014;
Khromov et al., 2015). El mejoramiento de
las TIC garantiza cambios signicativos en
la enseñanza, crea nuevos retos de enfoques
en la enseñanza y el aprendizaje que exigen
sustituir a los modelos tradicionales
(Klimova, 2015) y que aparezcan
informaciones en línea; es decir, el acceso
abierto una vez que sean presentados los
conocimientos lo cual, indica que puedan
ser reutilizados y adaptados (Al-Rahmi et
al., 2019). Asimismo, las TIC permiten
de forma eciente promover el desarrollo
interpretativo del conocimiento (Ezugwu
et al., 2016), ya que generan tendencias
metodológicas durante los estudios e
investigaciones (Ebben & Murphy,
2014; Veletsianos & Shepherdson, 2015;
Raaghelli, Cucchiara & Persico, 2015;
Deng & Benckendor, 2017).
Un aspecto clave en el proceso
de enseñanza-aprendizaje en el nivel
universitario, es que los docentes valoren
a sus estudiantes como verdaderos clientes
(Bridges, 1999; Obermiller & Atwood,
2011), aunque se señala que, debe evitarse
la dirección en torno a la popularidad o
entretenimiento durante las clases ante
el criterio arbitrario de grupos (Gross &
Hogler, 2005; Acevedo, 2011). Es por
ello que, debe mantener una relación
profesional con los estudiantes y no, su
condicionamiento en ambientes físicos
(Bailey, 2000; Armstrong, 2003). El
aspecto indispensable en la actualidad
para evitar distorsión son las TIC, pues las
mismas nalmente, crean oportunidades,
mejoran la calidad de la educación,
además, de propiciar habilidades debido
a, la motivación que se genera por parte
de los instructores (Ahmadi, Keshavarzi &
Foroutan, 2011; Yakovleva & Goltsova,
2016).
Desarrollo
Si bien es cierto que, en ocasiones las
TIC no desarrollan algunas habilidades
como el aprendizaje presencial, tampoco
signica que sean herramientas excluyentes,
por el contrario, revelan ser tecnologías
complementarias (Brinson, 2015; Alves
et al., 2016). En la actualidad, el trabajo
en grupos o equipos requiere de tiempo
para la discusión de las ideas, ya que todo
aprendizaje es un proceso social (Corter et
al., 2011) pero el uso de las TIC de manera
simultánea, garantiza determinados
resultados en el aprendizaje (Fidalgo et al.,
2014; Marques et al., 2014).
En ese contexto, cabe señalar que el
manejo de las TIC, fuera del campus
tradicional, mitiga las incertidumbres
de las prácticas habituales en colectivo
(Alves et al., 2016) y para aquellas
personas con habilidades diferentes
(discapacidad) posibilitan acceder al
intercambio de información (Heradio
et al., 2016). Indiscutiblemente, el
desarrollo tecnológico en primer lugar,
apoya nuevas formas de enseñanza y
aprendizaje (Drent & Meelissen, 2008)
y en segundo orden supone que los
docentes deben desarrollar alfabetización
sobre la tecnología en sus alumnos para
prepararlos en afrontar las demandas
del presente siglo XXI (ISTE, 2008;
UNESCO, 2011).
Lo planteado sugiere, según Sang et
al., (2010) y Agyei & Voogt (2011) que
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